¿Miedo a usar dentadura postiza? ¡Olvídalo!

Las personas que, por alguna razón, necesitan usar una prótesis dental removible  (la que llamamos coloquialmente dentadura postiza), se enfrentan a un cambio en sus vidas, lo que puede causarles cierto temor. El miedo a usar una prótesis dental es comprensible: el paciente no termina de entender cómo morderá, cómo masticará, si se le caerá, si se le notará demasiado… la inquietud que genera este cambio está perfectamente justificada, pero en este post intentaremos aliviar esos temores.

 

La prótesis dental completa ‘de quita y pon’ se sujeta por efecto ventosa, por lo que debe tener el máximo contacto con las encías y el paladar, además de una fina capa de saliva que hará que se fije correctamente. También es recomendable dar bocados más pequeños y masticar por los dos lados a la vez, ya que así se estabiliza la prótesis y se moverá menos. En cualquier caso, el uso de alguno de los muchos adhesivos que hay en el mercado puede ayudarnos a sentirnos más seguros, además de despreocuparnos por las pequeñas partículas de comida que puedan meterse debajo de la dentadura. El fijador también ayudará a corregir la holgura y a impedir que los pequeños movimientos de la prótesis puedan causarnos roces en la encía. Es conveniente saber que la boca cambia con el tiempo pero la base de la prótesis no, así que ante cualquier desajuste es conveniente audir a revisión para volver a tener unos dientes “a medida”.

Otra de las preocupaciones habituales suele ser la estética. Las prótesis dentales son un sustituto artificial a los dientes naturales, fabricados a medida en materiales acrílicos y resina, plásticos especiales y en algunas ocasiones metales ligeros y están diseñadas para parecer reales, es decir, para pasar completamente desapercibidas. Una dentadura postiza tiene como fin recuperar la funcionalidad y mejorar la calidad de vida del usuario y, en cuanto a lo estético, el objetivo del protésico será conseguir una dentadura de buen aspecto, aunque no tan perfecto como natural. Para ello se hace especial hincapié en el estudio de la morfología facial, el tamaño de la cara, la dentadura original y también se tiene en cuenta el sexo y la edad del usuario, para que el resultado sea completamente satisfactorio. Si el usuario lo desea, se pueden personalizar las piezas de forma que imiten los dientes que tenía antes de perderlos. De ese modo, la cara no le va a cambiar y la gente que le conoce desde hace tiempo no notará que son dientes artificiales.

Una prótesis bien fabricada, ajustada y mantenida permite hacer una vida completamente normal, sin temor a que se mueva o se caiga, con una estética correcta, sin que se note que no es natural. Así se puede devolver al paciente la masticación que había perdido y su sonrisa, que es uno de sus mayores tesoros.